Collage & Fotografia | Marco Laborda
Asistente Fotografía | Jacobo Herrero
Modelo | Rocío León
Muah | Lidia Hernández
Estilismo | Quique Vidal
Retoque Digital | Irene Ruiz
Texto | Hannah Mitchell

 

 

En Alejandría ya no suenan las campanas.

Dicen que su eco vive agazapado bajo las arenas del ágora, esperando ocaso tras ocaso a que vuelvas, con los pies descalzos y los labios llenos de tu verbo,  sabiduría y libertad.

Dicen que con tu último aliento las ideas quedaron huérfanas, hija de Therón. Pues tu voz amamantaba la sed de los que quisieron ser libres y tu túnica daba calor a la frialdad de unas calles cuyo Dios y hombres te observaban con corazón helado.

Cuántas veces la noche se alió con las constelaciones para mostrarte su destino…

.. y  cuántas veces la fe de la razón fue más fuerte que el miedo al hombre.

Sol, luna y estrellas derramaron lágrimas de sal a cada ¡Pecadora! ¡Pecadora! ¡Pecadora!

Palabras que incendiaron tu legado, pero no así tu memoria, querida  y eterna Hypatia. Matemática. Astrónoma. Científica. Mujer.

Pues hasta Cronos, abrumado por la brutalidad del hombre, hizo un pacto con el Cosmos.

-Deja que la voz de nuestra hija surque las noches y los días en la infinidad hasta que el hombre sea menos hombre y más humano. Hasta que las heridas que han blandido la piel de nuestra niña ya no duelan, hasta que sus enseñanzas sean hogar y alimento de las mentes de bien.

Enmudecieron las campanas de Alejandría, querida Hypatia. Lo hicieron en señal de duelo al eco de tu verbo. Para que retumbase en los muros de la ciudad de los hombres.  Para siempre.

Manos manchadas de sangre y carnes infestadas de miedo arrebataron lo que sus vástagos, enfermos de vergüenza y seducidos por tus ecos han inmortalizado en papel y firmamento.

En Alejandría ya no suenan las campanas, querida Hypatia. Ahora hablas tú.